La relación entre el nivel del ruido ambiente y la molestia
a la comunidad es de gran interés. Las investigaciones sobre este tema,
realizadas mediante encuestas a las poblaciones expuestas a diversos niveles de
ruido, han permitido obtener curvas mediante las cuales se puede determinar el
porcentaje de personas "altamente molestas" (según lo manifestado por
las personas encuestadas) para cada nivel de ruido.
Pero el problema es mucho más complejo. De hecho, algunos
aspectos han desconcertado a los numerosos investigadores y analistas que
se ocuparon del tema. Por ejemplo, la
gota de agua de un grifo mal cerrado, por la noche es mucho más molesta que
millones de gotas de lluvia, a pesar de ser su nivel sonoro mucho menor.
Existen muchos elementos que hacen que el ruido pueda
resultar molesto:
1.
El contenido semántico. Se ha comprobado que la
palabra hablada no deseada es más molesta (provoca mayor interferencia) cuando
es inteligible que cuando no lo es.
2.
El poder evocativo. Los sonidos que evocan sensaciones
o situaciones desagradables resultan más molestos que otros sonidos cualitativa
o cuantitativamente similares.
3.
El valor expresivo. Los sonidos capaces de
expresar sentimientos positivos resultarán menos molestos que aquellos que
transmiten tensión, agresión, etc.
4.
La oportunidad, el ámbito de percepción, el
contexto. La actitud hacia algunos sonidos puede cambiar según la situación,
etc. Por ejemplo, un grupo de personas hablando se considera totalmente
aceptable en un restaurante, pero no en una biblioteca.
5.
La proximidad o lejanía. La actitud hacia un
ruido que se percibe cercano (sensación de invasión del espacio personal)
difiere de la correspondiente a sonidos lejanos.
6.
La inevitabilidad. Los sonidos inevitables son
más tolerados que los evitables. Así, los grillos en el verano se toleran mejor
que un ruido similar de origen humano.
7.
La responsabilidad. Un sonido cuyo responsable
es identificable, será más rechazado que los sonidos de responsabilidad social.
8.
La predisposición. Actitud difícil de evaluar,
pues depende de la historia del individuo, de su impronta, de su personalidad,
pero de importancia en la reacción individual.
9.
La sensación de desprotección. Por ejemplo, el
ruido en las proximidades de los aeropuertos es más molesto e intimidante
porque se sabe que los intereses económicos son muy poderosos, y por lo tanto
los vecinos sienten que sus reclamos no se van a escuchar.
10. La
posibilidad de control. Los sonidos propios, sobre los cuales se tiene control, serán menos molestos que iguales sonidos generados externamente.
11. La
asociación con valores deseables. Los ruidos asociados con ciertos valores como
el progreso, la solidaridad social, el prestigio, etc., son más tolerables que
los que no admiten tal asociación. Por ejemplo, la instalación de un centro
comercial aumentará el ruido ambiente. Sin embargo, al jerarquizar la imagen
del barrio, facilitar el aprovisionamiento y generar puestos de trabajo, hará
más aceptable el ruido parásito para los vecinos.
Publicado en Compromiso Social de los medios de comunicación por el desarrollo acústicamente
sostenible. Federico Miyara, Doraldina
Zeledón Úbeda, Jordi Mulet Areas. Editorial José Martí, Managua, 2003.