domingo, 8 de noviembre de 2015
sábado, 7 de noviembre de 2015
jueves, 5 de noviembre de 2015
Semillas del silencio
Del libro "Ni lobo ni perro. Por senderos olvidados con un anciano indio"
de Kent Nerburn, testimonio de un indio Lakota.
Nosotros los indios sabemos del silencio. No le
tenemos miedo. De hecho, para nosotros es más poderoso que las palabras.
Nuestros ancianos fueron educados en las maneras del silencio y ellos nos
transmitieron ese conocimiento a nosotros. Observa, escucha y luego actúa, nos
decían. Esa es la manera de vivir.
Observa a los animales para ver cómo cuidan a sus crías. Observa a los ancianos
para ver cómo se comportan. Observa al hombre blanco para ver qué quiere.
Siempre observa primero, con corazón y mente quietos, y entonces aprenderás.
Cuando hayas observado lo suficiente, entonces podrás actuar.
Con ustedes es lo contrario. Ustedes aprenden
hablando. Premian a los niños que hablan más en la escuela. En sus fiestas
todos tratan de hablar. En el trabajo siempre están teniendo reuniones en las
que todos interrumpen a todos, y todos hablan cinco, diez o cien veces. Y le
llaman "resolver un problema". Cuando están en una habitación y hay
silencio, se ponen nerviosos. Tienen que llenar el espacio con sonidos. Así que
hablan impulsivamente, incluso antes de saber lo que van a decir.
A la gente blanca le gusta discutir. Ni siquiera
permiten que el otro termine una frase. Siempre interrumpen. Para los indios
esto es muy irrespetuoso e incluso muy estúpido. Si tú comienzas a hablar, yo
no voy a interrumpirte. Te escucharé. Quizás deje de escucharte si no me gusta
lo que estás diciendo. Pero no voy a interrumpirte. Cuando termines, tomaré mi decisión
sobre lo que dijiste, pero no te diré si no estoy de acuerdo, a menos que sea
importante. De lo contrario, simplemente me quedaré callado y me alejaré. Me
has dicho lo que necesito saber. No hay nada más que decir. Pero eso no es
suficiente para la mayoría de la gente blanca.
La gente debería pensar en sus palabras como si
fuesen semillas. Deberían plantarlas y luego permitirles crecer en silencio.
Nuestros ancianos nos enseñaron que la tierra siempre nos está hablando, pero
que debemos guardar silencio para escucharla. Existen muchas voces además de
las nuestras. Muchas voces.
miércoles, 4 de noviembre de 2015
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