miércoles, 27 de abril de 2016
Día de Conciencia sobre el Ruido
Doraldina
Zeledón Úbeda
El último
miércoles de abril se celebra el Día Internacional de Conciencia sobre el
Ruido. Ojalá que pronto podamos celebrarlo igual que el Día de la Tierra,
sembrando semillas de respeto,tranquilidad, cultura del no-ruido, para tener un
ambiente acústicamente saludable. Mientras tanto, ¿qué podemos hacer ante este
virus todavía ignorado a pesar de la epidemia?
El
ruido contamina el ambiente, afecta flora, fauna, edificios, monumentos; no
sólo al homo sapiens. Interfiere
negativamente en la salud, derechos humanos, comunicación, relaciones,
economía, calidad de vida. Es necesario prevenirlo. Con educación en valores,
científica, técnica, jurídica, en derechos humanos.
Gran parte
del ruido se podría evitar con el ordenamiento territorial y la aplicación de
normas para apertura y funcionamiento de industrias, discotecas, comercio,
estadios, escuelas, iglesias, construcción en general. Si no se supo prevenir,
hay que aplicar medidas de control técnico, administrativo, sanitario.
Hay actividades
que generan ruidos y que no es preciso suspenderlas, trasladarlas o cambiar
horario, sino aplicar medidas correctivas.
Pero hay casos en que se deberían suspender o reubicarlas; aunque, por ejemplo,
la fábrica alegue que cuando se creó el barrio, ya estaba funcionando. En medioambiente,
salud, derechos humanos, primero éstos, según principios de derecho
internacional. ¿O se va permitir que el ruido taladre el oído de los vecinos o
les invada la tranquilidad, porque la empresa o la discoteca se instalaron
primero?
No tenemos
leyes ni normas técnicas especiales, ni siquiera ordenanzas. Pero hay normas
salteadas en leyes y decretos, que se pueden aplicar. Sin embargo, los
afectados se llevan meses y años, sin encontrar solución. O, ¿qué respuesta ha
dado el Ministerio de Salud? ¿Las Procuradurías de Derecho Ambiental y Derechos
Humanos? ¿El Ministerio de
Transporte y Construcción? ¿Las
alcaldías? ¿La Policía y el Ministerio del Ambiente? A veces alguna alcaldía
atiende, ¿pero cuántos casos han resuelto?
¿Y qué hacen el Instituto de Turismo, el
Ministerio de Industria y Comercio? ¿Promover actividades sin medidas para
proteger la salud y la tranquilidad? ¿Y
cómo responde la Asamblea Nacional, ante la sequía de leyes? ¿O esperarán los
gritos y guerras por ruidos?
¿Y
la población? Se queja, pero poco denuncia.
Por desconocimiento, desconfianza, miedo. Y en algunos casos por comodidad:
esperar que otros resuelvan.
Ante estas
situaciones los afectados deben unirse. Informarse sobre leyes y efectos del
ruido. Buscar asesoría. Hablar con los responsables de la fuente de ruido. Si
no se puede, interponer la denuncia. Solicitar a las alcaldías, Ministerio de
Salud, medición de los niveles sonoros en el vecindario, viviendas,
dormitorios. En éstos, el nivel sonoro promedio durante la noche no debe
exceder los 30 decibeles. Y pedir que cese la inmisión de ruidos y respeten sus
derechos. Solicitar copia del informe de
medición, inspecciones, resoluciones y notificaciones. Estar pendientes de los
plazos. Y hacer denuncias públicas por
los medios de comunicación.
¿Y qué puede
hacer la empresa o exigir la autoridad? Aplicar
medidas técnicas. Primero, hay que
identificar la fuente y las causas del ruido: desajuste de piezas de la
máquina, falta de mantenimiento, equipos obsoletos, mal instalados, volumen muy
alto, etc., y actuar conforme.
Si no es
posible controlarlo en la fuente, hay que ver por qué medio se transmite: aire,
paredes, instalaciones metálicas, tuberías. Y establecer medidas, como
aislamiento acústico de la maquinaria, amortiguadores, pantallas anti ruido,
paredes y muros totalmente cerrados y recubiertos con materiales absorbentes, murallas
verdes, etc.
Y bueno, ¿por
qué tenemos que reclamar? Las empresas deberían ser amigables y agradecidas con el ambiente y vecinos que
los acogen, en vez de maltratarlos o ignorarlos. Al menos, deberían pensar en su imagen.
http://www.laprensa.com.ni/2016/04/27/opinion/2025657-dia-de-conciencia-sobre-el-ruido