Día Internacional de Conciencia sobre el Ruido último miércoles de abril

Paz

Alfonsina Storni
Vamos hacia los árboles... el sueño
Se hará en nosotros por virtud celeste.
Vamos hacia los árboles; la noche
Nos será blanda, la tristeza leve. Paz

Vamos hacia los árboles, el alma
Adormecida de perfume agreste.
Pero calla, no hables, sé piadoso;
No despiertes los pájaros que duermen.

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Anidando en el porche

viernes, 6 de agosto de 2021

Construyamos oasis de paz sonora

  

Construyamos oasis de paz sonora

Doraldina Zeledón Úbeda

Con imaginarlos, ya disfruto; pero hay quienes dicen que de nada sirven campañas contra el no-ruido y a favor de la paz sonora. En parte es cierto, porque este mal crece junto al “desarrollo”. Pero también hay personas a quienes les molesta, y buscan la calma, para sacudirse el estrés o huir del bullicio urbano.

Además, que hay otros problemas, como el virus. Recordemos que el ruido es una pandemia, que afecta la salud física y síquica y los derechos humanos. Precisamente por eso son necesarios sitios donde esperanza y agradecimiento a la Naturaleza, la Vida, la Creación, se junten con el esparcimiento, donde se pueda disfrutar de la tranquilidad; y al vivir la experiencia de un paisaje donde predominen los sonidos naturales, aprenderíamos a valorar la paz ambiental; y apreciaríamos la necesidad de sensibilizarnos sobre la importancia de un entorno acústicamente saludable. Así, ir creando las bases para una comunidad respetuosa de los derechos a la vivienda digna, la privacidad, la salud.

Pero quien valora el silencio y lo desea, al contrario del ruido que es un sonido no deseado, probablemente no encuentre un lugar para reposar y re-crearse. Entonces, se podrían construir o destinar oasis verdes de paz sonora, como un bosque, una montaña. Y plantar árboles, que entre su importancia, son el hogar para otros seres vivos; podríamos escuchar el canto de las aves, los sonidos de los demás animales y el viento entre las ramas. El murmullo del río que se desliza entre piedras y hierbas, o el bramido cuando se desborda entre rocas. Y la lluvia sobre los árboles y desde los árboles. U oasis azules, como una playa, donde la música sea de “las olas y el viento” o de las palmeras y el viento,  y  también con silencio arquitectónico que no enmascare lo natural. Un lugar para que, además del paisaje visual, podamos disfrutar, y hasta grabar, las voces del  paisaje sonoro.

Parece un sueño o una utopía. Tengo la convicción de que es una utopía posible. Por ejemplo, hay ríos por todo el país ¿por qué no reforestar sus riberas y convertirlas en senderos de paz (y agua)? Y así tendrían cabida estos sueños. No será ya, pero podemos heredar un sitio y una cultura de sana convivencia y recreación. Como dice Julio Cortázar, "Tenemos que obligar a la realidad a que responda a nuestros sueños, hay que seguir soñando hasta abolir la falsa frontera entre lo ilusorio y lo tangible, hasta realizarnos y descubrir que el paraíso estaba ahí, a la vuelta de todas las esquinas".

Realmente no existe silencio absoluto, pero esta palabra tiene varias acepciones, con ella nos referimos al no-ruido, la tranquilidad, hablar en voz baja, bajar el volumen, o hacer una pausa para escuchar al otro. Incluso, sin silencios no habría música. Además, entre más silenciosos estemos, más sonidos podremos escuchar, como la palpitación del corazón, la respiración; el ruido del hambre,  como me dijo una señora: a mí el único ruido que me interesa es el de las tripas cuando tengo hambre. Hacer silencio no es callarse ante los problemas, precisamente mediante él podemos escuchar mejor lo que sucede en nuestro alrededor, como el ruido del frio filtrado entre falsas paredes, el mudo quejido de los pies descalzos o los suspiros de las madres. 

Construyendo paz sonora: https://doraldina-contraelruido.blogspot.com/