Vivir en el centro de la ciudad en pleno siglo veintiuno dejó de ser una prerrogativa, los negocios norman la vida de las ciudades en Nicaragua.
Guillermo Rothschuh Villanueva
Desde hace años, vecinos de la calle Palo Solo, vivimos el suplicio que supone soportar altoparlantes estridentes de un negocio —Brands 4 less— que vende ropa, zapatos, chinelas, bolsos, sabanas, adornos caseros, cojines, carteras, fajas y ropa para niños y niñas, de segunda mano. Con puntualidad o persistencia sefardita, a partir de las nueve de la mañana empieza el martirio de todos los días. Más allá de la procedencia de sus dueños, parecieran gozar de absoluta inmunidad. Los llamados para modular sus arrebatos son desoídos. Se hacen los desentendidos por el estruendo que provocan.
La ilimitada permisividad de las autoridades edilicias agrava la situación. En Juigalpa cualquiera puede instalar un negocio donde se le antoje. La falta de un plan de ordenamiento de la ciudad, se convirtió en una exigencia que no puede continuar postergándose. Signo de los tiempos, en Juigalpa funcionan bares y moteles a escasos metros de escuelas primarias y secundarias. La falta de sensibilidad corroe el tejido social. La presión ciudadana disminuye ante la falta de respuesta del funcionariado local. Son pocas las personas que levantan sus voces exigiendo cambios ante una inercia letal.
Únicamente cuando están de por medio intereses políticos de los gobernantes, salen presurosos a buscar como remediar la situación. La invasión de negocios en los corredores frente al Parque Central, coparon el acceso al CDI Tía Irma, totalmente reacondicionado, para albergar un centro infantil. Una herencia de la niña Irma Mongrío, a su sobrino, el presidente Daniel Ortega, quien donó la propiedad para los niños. Con las primeras protestas por obstrucción al paso peatonal frente al albergue, las autoridades municipales salieron a desalojarlas con la velocidad del rayo.
Igual ocurre en el tramo de las instalaciones de la Administración de Rentas, lo inconcebible es que no hayan actuado con el mismo celo, liberando obstáculos a centenares de niñas y niños que acuden a diario a recibir clases en la Escuela Nuestra Señora de la Asunción, a escasos metros de la Administración de Rentas. Un comportamiento hiriente. La dualidad no deja de resentir a los juigalpinos. Ojos abiertos para no ofender al mandatario y cerrados en sus respuestas a las demandas ciudadanas. En vísperas de elecciones no es remoto que anuncien cambios y desalojos.
Más allá de las motivaciones sería ideal que las decisiones fuesen definitivas. No vaya a ser que ocurra algo similar a lo que pasó con la inauguración del Año Escolar en Juigalpa, en enero de 2018, frente a la casa de la educadora chontaleña Josefa Toledo de Aguerri. Mandaron a desalojar a los negociantes ubicados en los corredores, anexos y Parque Central. Un alegrón de burro, como dicen los chontaleños. No había pasado una semana cuando ya estaban instalados de regreso. En esa ocasión casi me convierto en un hazmerreir, estaba a punto de felicitar al alcalde Erwing de Castilla.
En Palo Solo uno de los más afectados es mi padre, Guillermo Rothschuh Tablada, con más de 94 años encima, la ración diaria concluye hasta las seis de la tarde. En casa no se puede conversar, ni almorzar tranquilos. Es la segunda vez que debe lidiar para tratar de librarse de los ruidos. La primera ocasión fue con los desafueros de la secta Jesucristo Todopoderoso. Alquilaban la Casa del Maestro, contiguo a nuestro hogar. Cantos y gritos en los altoparlantes empezaban por la tarde y concluían hasta en altas horas de la noche. Mi padre se amparó ante la Corte Suprema de Justicia, quien falló a su favor.
Para tratar de moderar el uso de los altoparlantes, solicité la intervención del jefe en aquel entonces de la Policía Nacional de Chontales, Comisionado Mayor Bayardo Rosales. Al constatar el abuso de los administradores de Brands 4 less, los policías ordenaron que bajaran el volumen. No habían caminado media cuadra, cuando fueron desafiados. Lo pusieron más alto. Ante mi nuevo reclamo, se presentó el propio Comisionado Rosales. Se hizo el silencio. Días después volvió el padecimiento. Rosales se abstuvo de intervenir. ¿Qué intereses de por medio impidieron su actuación? ¿Ante quiénes recurrieron?
Ahora a Brands 4 less le hace coro la venta de teléfonos y accesorios para celulares, Nazyr Móvil Vent. El impertinente empieza a tronar desde las ocho de la mañana, sábados y domingos, hasta las cinco de la tarde. Solo falta que los negociantes de la esquina instalen los suyos. Estaríamos frente a una versión renovada de la Torre de Babel. Con el añadido que los administradores de Brands 4 less, lograron les autorizaran también instalar toldos en la calle, en un ejercicio de impunidad y prepotencia sin igual. Son los amos de la cuadra. Nadie puede meterse con ellos. Gozan de una protección insólita.
Vivir en el centro de la ciudad en pleno siglo veintiuno dejó de ser una prerrogativa, los negocios norman la vida de las ciudades en Nicaragua. Pareciera que existe placer por volver insoportable la vida de sus habitantes. Ni obispos ni clérigos se libran del azote. Lo mismo acontece en Juigalpa, León, Chinandega, Granada, Masaya, Jinotepe, Boaco, Estelí, Matagalpa, etc. La única razón por la que pueden cambiar de opinión quienes rigen el destino de nuestros pueblos, tiene profundas raíces políticas. Dueños de un pragmatismo rampante, las decisiones tienen su origen en la obtención de votos.
La porción que recibimos en Palo Solo, es de 9 horas diarias, a la semana son 63, a veces más, nunca menos. Al mes los tímpanos han recibido 189 horas de martilleo incesante. En días festivos la cuota aumenta de una a dos horas. Al año son 2,268 horas de tormento. Hoy tengo más conciencia que nunca, de las advertencias hechas por Doraldina Zeledón, a través de los medios. Los estragos de los ruidos en nuestra salud son irreversibles. La combinación de animación y música resiente también los oídos de los negociantes más cercanos. El barullo entorpece sus transacciones.
En un intento por poner fin al infortunio, mi padre se comunicó con el alcalde Erwing de Castilla, solicitó su intervención y se hizo el sordo. Alguien me sugirió mandarle a instalar altoparlantes con altos decibeles frente a su casa y ya verás cómo reacciona. No aguantaría ni 24 horas. Solo probalo. Me recordé que para detener al general Manuel Antonio Noriega, fiel servidor de Estados Unidos en Panamá, durante la invasión militar en diciembre de 1989, los gringos lo acosaron. Instalaron altoparlantes con música estridente frente a la embajada del Vaticano, para enloquecerlo. Y lo lograron.
Todo indica que el uso desmesurado de altoparlantes por Brands 4 less fuese irreversible. Quejas y reclamos son desoídos. ¿A qué se deberá que martirizan a los vecinos a sabiendas de las autoridades edilicias? ¿A qué motivos atribuir su ineptitud e ineficacia? ¿Será que detrás de ellos hay personas ofreciéndoles protección o son ellos mismos? Pierden al acuerpar a negociantes irrespetuosos de las leyes nacionales, generan descontento. Con su proceder, afectan la salud pública. Una responsabilidad que deberían asumir con diligencia los funcionarios públicos. ¿Por qué se abstienen? ¿A qué temen?