domingo, 31 de marzo de 2013
Moriré si el silencio es tan necesario como parece para el que quiere retirarse al estudio
Lucio Anneo Séneca (Córdoba, 4 AC - Roma, 65 DC)
Carta completa en: http://es.wikipedia.org/wiki/Cartas_a_Lucilio
Moriré si el silencio es tan necesario como parece para el que quiere retirarse al estudio. Y así me hallo rodeado de un griterío abigarrado: habito sobre unos baños. Figúrate todos los tipos de gritos que pueden repugnar a los oidos: cuando los atletas más fuertes hacen ejercicio y bracean con las manos cargadas de plomo, cuando se fatigan o hacen el fatigado, siento los gemidos; cada vez que exhalan el aliento contenido, oigo silbidos y respiraciones atormentadas, cuando me topo con un mozalbete perezoso que se limita al untamiento plebeyo, oigo el chasquido de la mano sobre las espaldas, que suena diferente, según se pegue con la palma o con el cuenco de la mano. Y si añadimos un jugador de pelota y se pone a contar los puntos, los tendrás a todos.
Añade todavía al buscarazones, y el ladrón sorprendido en su delito, y el cantarín que percibe que que en el baño su voz es la mejor; añade a los que saltan a la piscina con gran estruendo del agua removida. Además de estos, los cuales, al menos, hacen uso de la voz natural, figurate al depilador, que a menudo tiene una voz aguda y estridente, para hacerse más de notar y que no calla nunca, salvo cuando depila unas axilas, y en lugar de él, hace chillar a otro; figurate todavía el pastelero, y el salchichero, y el confitero y todos los proveedores de tavernas que venden las mercancías con su cantinela característica.
(...)
Creo que la voz humana distrae más que el rumor, porque aquella reclama la atención del espíritu, mientras que el rumor no llena ni hiere más que a los oidos. Entre los ruidos que suenan a mi alrededor sin distraerme, pongo los carros que pasan por la calle, y el manitas que vive bajo mi casa, y mi vecino el serrador, y aquel otro que cerca de la (fuente) Meta Sudans ensaya las trompetas y flautas, y que más que cantar, ahuya.
Por otro lado los ruidos intermitentes me molestan más que los continuos.
(...)
Pues ¿qué? ¿No será alguna vez más cómodo estar libre de todo tumulto? Estoy seguro: por eso es que me iré de este lugar. Intenté probarme y ejercitarme. ¿Qué necesidad de torturarse más tiempo, si Ulises encontró tan fácilmente para sus compañeros el remedio adecuado contra las sirenas?
Adiós.
Lucio Anneo Séneca (Córdoba, 4 AC - Roma, 65 DC)
Carta completa en: http://es.wikipedia.org/wiki/Cartas_a_Lucilio