Día Internacional de conciencia sobre el
ruido
Doraldina Zeledón Úbeda
Cada último miércoles de abril se celebra el
Día internacional de conciencia sobre el Ruido, establecido desde 1996 por la
Liga para el Deficiente Auditivo, con sede en Nueva York. El objetivo es
informar y sensibilizar sobre el ambiente sonoro saludable, los efectos del
ruido y el respeto de los derechos humanos.
Se pide un minuto de silencio, de 2:15 pm a
2:16 pm. También puede hacerlo en cualquier momento, y meditar sobre el
problema y su solución.
Es simbólico. Para ver el resultado del
no-ruido serían necesarios unos 60 minutos. Imaginemos qué tranquilidad habría
si durante una hora no se suenan las bocinas, si las motocicletas reducen la
velocidad y revisan su tubo de escape. Si bajamos el volumen. A la radio, la
televisión, la conversación, a las discusiones, a los altoparlantes. Y en ese
ambiente silencioso reflexionamos sobre todo lo bueno que trae el silencio y el
daño que provoca el ruido. En nuestro contexto parece una utopía. Ojalá que
pronto se le comience a dar el debido tratamiento
¿Qué podemos hacer hoy y todos los días? Les
recomendamos:
Desde el hogar: bajar el volumen a
televisores y equipos de sonido, no tirar las puertas ni arrastrar muebles, no
gritar. No comprar juguetes ruidosos, que además de perjudicar la salud de los
niños, los inducen a la cultura del ruido. Evitar, durante la noche o en la
madrugada, actividades que generan ruidos, como el uso de electrodomésticos. En
fin, respetar el espacio de cada uno y los derechos de los vecinos a la salud,
a la tranquilidad y a disfrutar de su vivienda.
En el trabajo, lo primero debería ser
capacitar en el tema del ruido y las leyes laborales que lo abordan. Disminuir
el ruido o aislar los equipos. Usar protectores auditivos, cuando no se pueda
reducir por otro medio. Debería ser obligatorio no sólo facilitar equipos de
protección, también que el trabajador los use.
En el transporte, pidamos a los conductores
que no piten. Y no sólo los buses, también los taxis van sonando la bocina por
todos lados. Y que bajen el volumen de su música. Si no lo hacen, bájese. Los
vehículos privados también contribuyen. Los conductores deben acostumbrarse a
reducir la velocidad, reparar la carrocería. Si llevan carga, amarrarla, para
que no suene. Apagar el motor cuando se estacionen. Las cooperativas de
transporte deberían capacitar sobre la prevención, control y efectos del ruido.
Desde la escuela se debe tomar conciencia del
problema. El tema se puede abordar en las clases de lenguaje (periódicos,
murales, foros,conferencias, investigación, redacción, escucha), literatura,
física, educación cívica, educación musical, ciencias naturales, derechos
humanos, educación para la salud y para el consumidor; cultura de paz,
medioambiente. Y reducir el ruido de las bandas musicales. En las
universidades, la contaminación acústica, su prevención y control, deberían ser
temas de estudios en Derecho, Salud, Arquitectura, Ingeniería, Educación,
especialmente en Educación Ambiental. Un postgrado de calidad ambiental o de
producción más limpia estaría incompleto sin el tema del ruido. También debería
ser materia en medicina forense, en el sistema de justicia. Y en la Academia de
Policía; podría ser el inicio de su higiene sonora para que puedan escuchar los
bocinazos.
A gerentes de discotecas, bares, clubes
nocturnos, cines, gimnasios, que se acuerden del acondicionamiento acústico y bajar
el volumen.
A gerentes de tiendas y supermercados, bajar el volumen a los equipos de
sonido.
A la publicidad ambulante, bajar el volumen y apagar el sonido cuando se
parqueen.
A motociclistas, revisar el tubo de escape y apagar el motor cuando se
estacionen, especialmente durante la madrugada.
A vendedores de discos compactos y casetes de música, bajar el volumen.
A los funcionarios, crear y aplicar leyes y
reglamentos.